¡Caracas cumple 444 años! Y que buen regalo nos hicieron los hermanos Aterciopelados este 29 de Julio con su remolino de magia en el corazón de la ciudad cumpleañera. Se presentaron en un “concierto-terapia” gratis para un público lleno de punketos, rockeros, hippies y pachamamistas, jóvenes caraqueños pues. Con una tarima llena de luces, colores y simbolismos los hermanos colombianos nos brindaron una noche de conexión, sanación y mucha diversión. La voz y presencia de Andrea Echeverri guió al público en una experiencia que podríamos llamar espiritual, trascendental. Como una chamana, Andrea movía las maracas y todo su cuerpo emanando una energía de purificación que, con las ondas sincronizadas del bajo de Héctor Buitrago, llegaba a los corazones y esencias de quienes presenciaron la puesta en escena. Cada canción fue precedida por palabras de sabiduría que buscaban despertar una expansión de consciencia a los que escuchábamos. Palabras de unión, de identidad, de consciencia para ser más grandes y de amor llenaron los momentos a cappella como una gran plegaria, como un rezo dirigido a la muerte de los viejos esquemas de vida, de las limitaciones del corazón, de la superficialidad.
Esta celebración marcada por un numero de poder, un numero portal como es el 444, no pudo haber tenido un mejor festejo para la movida espiritual caraqueña. A pesar de que el público parecía por momentos ser muy oscuro para la banda arcoíris, la conexión y la forma de llevar la energía de estos artistas creó una ola de buena vibra que envolvía todos los alrededores. Nos brindaron tonadas que expresan la filosofía de la raza arcoíris, con canciones como Bandera, que nos habla de la libertad del caminante por encima de las fronteras, o con canciones como Yo, y la clásica Estuche, recordándonos ver más allá de las apariencias y ser nosotros mismos antes de querer imitar a nadie. Entre chispas de fuego sembraron florecitas rockeras en nuestros corazones, y consagrando la pipa de la paz nos recordaron el paraíso vivido por nuestros ancestros, que aun yace en lo más profundo de nuestras tierras y nuestra memoria. Esta maga con corona de plumas y sus hechiceros musicales nos llevaron al clímax de la noche con una canción que puso a todo el público a corear sus recuerdos más tradicionales al son de “toy contento yo no sé qué es lo que siento”, con un despliegue de venezolanismo muy a tono con el estilo acostumbrado en los eventos de nuestras gobernaciones. Antes de dar paso a la banda española Boikot, hicieron que el público continuara acompañándolos a todo gañote con el clásico baracunatana y su retahíla de adjetivos, algunos improvisados y todos muy divertidos. Y así culminó la presentación, como un ritual ancestral en el que Caracas recibió una gran descarga de buena vibra y energías invocadas por estos artistas de la vida para continuar esta hermosa evolución humana. Gracias infinitas hermanos Aterciopelados, ¡su labor les es retribuida en amor eternamente! <3
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