martes, 9 de junio de 2015

Misiones cósmicas.*+.. Kristales 2012


 De una misión cósmica de tres lunas en dos meses...


Hace ya algunos años, en los días de la luna llena de julio, pasó por Venezuela el recorrido Harwitum por primera vez. Un muchacho argentino llamado Matías De Stefano que está siguiendo ciertas indicaciones de su Ser Cósmico para participar conscientemente en la activación y movimiento de la energía de la Kundalini de la Tierra. Me enteré de esta visita el día antes que sucediera y mi ser resonó con ella, decidí participar. El día del encuentro Harwitum en el Waraira Repano muchas cosas se alinearon y fácilmente llegué con unos amigos al lugar del evento.

Preguntas, respuestas, reflexiones interesantes internas y externas. Dibujo en mi libretica roja mientras escucho sobre evolución cósmica, humana, ciudades intraterrenas... nada nuevo, pero con un orden y una vibración impecables. De esas que resuenan con las propias historias.

La energía del Waraira se hace sentir, está allí, maravillosa, diversa, colorida, amable y ruda.

Al hablar de lo que haríamos esa tarde, Matías empezó a hablar del triángulo energético tan fuerte que se encuentra en este país entre los Andes, el Waraira Repano y la Gran Sabana.

Días antes recordaba con mi mamá la vez en que mi hermano Loi se propuso sembrar cristales de cuarzo en el pico Bolívar de Mérida, el pico Naiguatá en el Waraira, y el monte Roraima en la Gran Sabana, para darle fuerza a la energía que conectaba estos puntos como fuentes de luz. Loi logró sembrar algunos antes de morir, pero se fue de este plano con varias cosas en proceso. Sentí la necesidad de contar la historia de esta activación hecha hacía unos nueve años atrás, mientras mi corazón latía fuertemente y mi espíritu no me dejaba guardar la historia para mi misma, y así lo hice.

Luego, continuando con el evento, dibujamos sobre la arena con cristales de cuarzos, amatistas, talismanes y objetos de poder una latinoamérica situada entre constelaciones estelares que nos guían,  realizamos una meditación sonora para  canalizar la energía que sostuviera la activación del propósito que Harwitum manifiesta. Mucha vibración, conexión, elevación.




Al atardecer, finalizada la meditación de resonancia, recoger los cristales del mapa-mandala fue una pequeña odisea, algunos no regresaron. Matías me llama entre la gente y me entrega un cuarzo cristal diciéndome que ese cuarzo había recorrido el mundo entero, y que había sentido que debía arrojarlo en algún lugar de las faldas del Waraira, pero en cambio, me lo entregaría a mí pues yo sabría que hacer con él, me recomendaba sembrarlo pues traía mucha energía de muchos lugares y ese era su mejor destino. Así lo sentí yo también, supe que una nueva misión empezaba.

Esa noche regresé a casa a contarle todo a mi mamá e invitarla a participar en el encuentro con Matías, que sería al día siguiente en el Lago de Valencia. La emoción y energía con la que recibió mi mamá la historia de mi día fue mágica. Supo también que una nueva misión empezaba. El domingo empezó temprano y muchos nos encontramos en el peaje de Maracay para definir el lugar a orillas del lago al cual iríamos. Como si conociera el camino, Matías guió la caravana de carros hasta un espacio que permitiera reunirnos para hacer el trabajo que nos proponíamos hacer. En ese trayecto pasamos por lugares y poblados muy humildes, haciendo que las miradas voltearan con extrañeza ante la larga hilera de carros que pasaban frente a ellos. Sea como fuere nuestro paso no fue desapercibido.  

Este día también fue muy bonito y vibrante, disfruté ver a mi mamá tan conectada con la misión y  con la gente. Algunos se acercaban pues recordaban la historia de mi hermano Loi y con amor  manifestaban interés y conexión con la vibración de nuestra historia. Esta vez nuestra latinoamerica de ramitas y cristales fue mucho más grande. La cordillera de los andes estaba hecha de cristales de cuarzo, el norte del mapa repleto de amatistas inmensas y símbolos de poder, una gran piedra de jaspe de la Gran Sabana que mi mamá había llevado expresamente para que “hiciera su trabajo” pulsaba en la parte del mapa de Argentina, la mujer embarazada, junto a cuarzos rosa, verdes, citrinos, y muchos más. De nuevo hicimos una meditación sonora, esta vez junto a la activación de todas las llaves de poder que quedaban por entregar en la misión Harwitum. En algún momento, mientras meditábamos canalizando energía hacia el lago, Matías entregó las llaves a varias personas para que las lavaran con el agua de este contaminado lago. Con una de las llaves en mis manos, jugaba a reflejar el sol en mis ojos recorriendo la forma de esa llave dorada, como tratando de grabar esa clave a través de mirada en lugares muy profundos de mi ser. Culminamos la meditación al ritmo del tambor de Alexander y cantos de conexión a la Pachamama, AYU HUNAB KU EVAN MAYA EMA HO. Cuanta gratitud vibraba en los corazones de todos, el viento, los pájaros, el agua, respondían a nuestras pulsaciones.


Ya desde un tiempo antes ambas teníamos programado viajar, mi mamá iba a la Gran Sabana a visitar a mi papá, y yo me iba, escuchando a las estrellas y al corazón, a La Azulita, en Mérida, a encontrarme con Nacho. La misión fue obvia. Mi mamá escogió dos de las semillas de cristal activadas durante el trabajo en el Lago, sabíamos que cada una de ellas sería sembrada en uno de los puntos de luz al igual que el cristal que me dió Matías, que regresaría al Waraira después de mi regreso de Los Andes. La misión se fue haciendo tan presente por si sola que no puedo decir que se nos ocurrió en algún momento, simplemente teníamos cada vez más consciencia de ella.

A los pocos días salí de viaje, con una odisea de llevar a  una gatita, Kariká, para la casa de los amigos a donde llegaría en La Azulita.  Al atardecer estábamos en un autobús  Nacho, Kariká y yo, y aun quedaban horas de camino. Empecé a contarle a Nacho todo lo que había sucedido en esa visita al Waraira. A medida que contaba la historia, con los rayos del atardecer entre los árboles de cacao que bordean la carretera hacia La Azulita, observaba el despertar en él del conocimiento de la labor, y que como nosotras, sabía que empezaba una nueva misión. Una hermosa aventura de montaña estaba implícita para mí en estas misiones, ¿y cómo no? si Loi en su historia casi pierde dos dedos por estar escalando picos helados buscando el lugar mágico para las valiosas semillas de cristal. Tenía que esforzarme en llevar a un lugar sagrado estas semillas de cuarzo, lo cual hacía aun más hermosa y divertida la tarea.

El plan fue conocer las rutas de la Mucuy, un Parque Nacional de hermosísimas montañas con ríos prístinos y lagunas mágicas. La travesía sería pasar por la Laguna de La Coromoto y dependiendo de las condiciones, tanto nuestras como climáticas, seguiríamos a la Laguna Verde. La luna llena determinó el momento para esta aventura, y mientras crecía la luz del astro nos preparábamos energética y logísticamente para ello.

Con la ayuda e indicaciones de varios amigos llegó el momento de empezar a subir por un camino hermoso, de selva nublada, con miles de verdes, flores galácticas y sonidos espaciales. Muchos remolinos emocionales y mentales me acompañaban en la subida, habían pasado tantas cosas en los últimos días, los últimos meses, los últimos tiempos, sentía que los depuraba, que me desintoxicaba de todo drama, de toda perturbación de mi ser.

El camino no fue fácil, empezamos a subir más tarde de lo que nos habían recomendado, y confiándonos de la luna llena caminamos sin parar mientras llegaba la noche. Empezó a llover, y el frío, aunque estuviésemos en movimiento, ya empezaba a calar más profundo de lo que aguantábamos. En un momento, nos encontramos un río en el medio del camino, y aunque era pequeño comparado con los pasados más temprano, con la lupa del cansancio se hizo un obstáculo más grande que los anteriores. Ya sentíamos que era el momento de detenernos, los pasos se hacían torpes y los bolsos más pesados, y como una señalización de la naturaleza el camino se llenó de troncos que nos  hicieron alumbrar a nuestro alrededor para encontrar una cuevita lo suficientemente amplia para un necesitado descanso, que terminó siendo la noche entera.

Al día siguiente, cuando el calor del sol empezó a hacer efecto en el bosque nublado continuamos nuestro camino.  La Laguna de la Coromoto  es un hermoso lugar de aguas verdes, lleno de plantas y rocas, está llena también de lugares para acampar, elegimos uno bastante íntimo en donde llevar a cabo el ritual que nos disponíamos a realizar. No seguimos adelante hacia la Laguna Verde pues nuestra carpa se rompió, y más arriba el clima sería más intenso, era allí. Tuvimos la oportunidad de acompañar la siembra del cristal con una suave ceremonia de ayahuasca, por un concentrado que yo había preparado unos meses antes. Escogimos un lugar para consagrar, sembrar el cristal y realizar unas ofrendas a la naturaleza del lugar. Hizo mucho frío, pero la experiencia fue muy agradable, y en mi cabeza sonaba una canción sencilla que decía:

El corazón de esta tierra me habla, el corazón de esta tierra me habla,
Aprende a mirar, escucha tu interior y sigue tu respirar
El corazón de esta tierra me llama, el corazón de esta tierra me llama,
Vuelve a palpitar, siguiendo tu verdad y las estrellas podrás tocar
El corazón de esta tierra me sana, el corazón de esta tierra me sana,
Hoy puedes llorar, hoy puedes reír, hoy puedes contigo ser feliz

Agradecimos infinitamente a los guardianes de ese lugar por resguardar el portal de cristal que estábamos invocando, y más información de nuestra misión se revelaba con cada uno de nuestros pasos y cantos.

Por su parte, mi mamá reunió a la familia allá en la Gran Sabana en esa luna llena en un círculo sagrado de fuego que tiene frente a su casa, que queda en una montaña resguardada por un bosque. Con la medicina de la familia se dispusieron a realizar la siembra del cristal en un punto de luz con los permisos y bendiciones de los guardianes de las tierras sagradas de la Gran Sabana.

Este mes tuvo una característica muy especial, hubo una segunda luna llena ese mismo mes, la llamada luna Azul, cuando nos enteramos supimos que la tercera semilla de cristal debía ser sembrada en ese momento cósmico, así que empezamos a planificar nuestro regreso a la capital para el ascenso al Waraira Repano.

 Justo el día antes de partir acepté un regalo muy particular, la realización de un tatuaje en mi brazo, una flor que siempre ha acompañado mis caminos, cuando terminábamos, y bajo la influencia del ayuno, me desvanecí por unos instantes en la silla. Lo que para mis amigos fue un corto desmayo, para mí fue una visita a un lugar fuera de este planeta en el que varios seres de distintas formas y colores estaban reunidos para hablar sobre los cambios que vendrían para la Tierra y su energía. Lo que recuerdo de esa reunión es la siguiente información:

La rejilla magnética planetaria que ha sido mantenida alrededor de Gaia (planeta Tierra) para su resguardo será levantada, los grupos que la sostenían, como la Federación Galáctica, han cumplido su misión y han aceptado nuevas labores de custodia. Esto sucede ya que el cambio que está viviendo el planeta le permite impulsar desde su centro su propio campo magnético, ya posee la fuerza para elevar su magnetismo y garantizar el resguardo de la vida en su interior. Este proceso no es inmediato, tomará varios años. Será alimentado por muchos movimientos, despertares y activaciones que vivirán los seres que habitan en ella. Uno de estos movimientos es el de la siembra de cristales, que aportarán energía al fortalecimiento del sistema inmunológico de Gaia, y con ello al empoderamiento e impulso de su campo magnético. Se ha de sembrar mucho para compensar el desequilibrio del extractivismo terrestre, y la anemia planetaria que ello conlleva. Han de sembrar sus sueños de consciencia, semillas puras, cristales programados, sangre de luna de mujeres despiertas, lágrimas de agradecimiento, y pasos benditos.

Y desperté, sintiéndome bendecida y llena de agradecimiento, lista para continuar la misión de sembrar semillas de cristal más allá de la próxima luna, muchas lunas y soles más.

La tercera semilla fue sembrada durante la Luna Azul en el pico Naiguatá, de nuevo en un ritual rodeado de la mística medicina y la mágia de la montaña. Esta experiencia trajo para mi mucha claridad, y la visión  de una nueva etapa que comenzaba para mi vida. La bendición del amor puro que nace dentro de uno mismo, y que antes de dirigirlo a cualquier otra persona, arde con su luz sanando en el interior. Ese amor vive en nuestro planeta y se manifiesta a través de la vida que es capaz de albergar, nuestra biodiversidad es la prueba de lo infinito del amor de Gaia, honremoslo aprendiendo a vibrar amores cósmicos, agradeciendo y respetando la vida en todas sus formas, dentro y fuera de nosotros, abrazando una Fuerza Mayor que nos aclara las visiones y nos afina los sentidos para danzar al compás de las melodías cósmicas.
 


Desde entonces han llegado más y más cristales a mi camino para ser sembrados en aguas o montañas y aporten así su luz a la gran fuerza de Gaia que cada día se hace más presente para todos sus hijos e hijas. Me siento infinitamente honrada y agradecida a la vida por abrirme las puertas a esas experiencias, que han dejado en mí hermosos aprendizajes y conexiones que me guían en el eterno camino de la consciencia y de la luz.