miércoles, 25 de mayo de 2011

Blanca Muerte...

Hoy soy la blanca muerte
vengo sin ruidos ni temor
a mostrarte la luz en tus ojos
para que solo seas amor
Abre tu alma infinita
mientras tomas mi mano desnuda
toca mi vacío y olvida tu forma
tus líneas se pierden en el ahora
La quietud abre las puertas
al renacer sin bordes
vuélvete tiempo, olvida el instante
deja a la vida una nueva historia
La memoria que fuiste ya no es tuya
entrégala al viento, deja que fluya
no temas por la oscuridad
la claridad te espera
Cierra los ojos, ve la verdad
el mundo es libre si no desesperas
Respira lento, hasta no hacerlo más
el aire eres tú, ya estás adentro
Recupera tu fuerza al dejar de luchar
Sé absoluto, sé el gran tiempo
Vuélvete vida sin límites
Transfórmate en fuego inmenso
Mientras yaces tranquilo
en el frío de lo eterno.


martes, 3 de mayo de 2011

la historia del Paraíso...

Tengo ya un buen rato con una idea que no deja de dar vueltas en mi cabeza, y es que no puedo dejar de pensar que muchas de las memorias del ser humano son un recuerdo del futuro. Pienso que lo que una vez fue recuerdo e historia se convierte en profecía al seguir la voz de Nietzche cantando su eterno retorno. Una de las imágenes en la que veo esta idea de manera más clara es recordando el génesis, la historia del Paraíso y de una supuesta expulsión del ser humano de esa felicidad en la absoluta comunión con su entorno, con su Dios. Me pregunto si las manos que escribieron a Adán y a Eva, si los ojos que imaginaron esa historia, habrán estado confundidos y atados a un tiempo lineal dándole así una interpretación sentenciante al relato pronunciado.

Me imagino, en este recordar un posible futuro, al hombre decadente de nuestros días, limitado por su propia psiquis, paralizado por sus miedos, ciego al sentir de lo sagrado y mundano hasta más no poder. Le doy fácilmente forma a este hombre en mi cabeza, corroído en sus valores, atrapado en sus labores sin alma, está tan presente que no es difícil de visualizar. Pero en vez de imaginarlo como el expulsado del paraíso empiezo a comprender esa historia como una profecía contada al revés.

Ésta profecía cuenta como este hombre se descubre vacío y superfluo, y con su libre albedrío, con su libre pensamiento, decide buscarse, conocer su esencia. En esa búsqueda, este hombre, por humano y no por sexo, se vuelve a la tierra, a las plantas, a buscar en su madre su propia esencia. Con mucha suerte, y con el despertar atento de una Eva en búsqueda, encontrará tal vez la voz sabia de la serpiente, quien a través de los frutos hechos sagrados podrá darle luz a este turbio recipiente de energías. Lo sagrado le será comunicado, y un nuevo conocimiento del mundo se abrirá ante sus ojos. El peso que por tanto tiempo había estado posado sobre su ‘yo’ le será levantado, y con infinita levedad todo a su alrededor compartirá su carga, su peso de consciencia. Extasiado con la nueva visión el hombre quitará sus ropas y olvidará todos los nombres que ha impuesto sobre su entorno, sobre sí mismo. Una vez libre de los barrotes del prejuicio y la culpa el ser renacerá en la pureza, en lo Divino. Cesará de existir el dedo señalador que desde arriba aplasta, pues el estadio del hombre ya no es abajo. Se sabrá a si mismo portador del todo, con esencia de nada. Ya no temerá pues conocerá su luz, a sabiendas que en su centro yace la oscuridad de su profundidad. Y habrá retornado así la era de lo sagrado, donde el inocente convierta su mundo en un paraíso que no se reserva el derecho de admisión.